Óscar Espín es uno de los guitarristas más virtuosos de nuestra ciudad, y eso es mucho decir cuando se habla de una ciudad tan musical como la nuestra. Tenemos la enorme suerte de contar con él para dar clases de guitarra en Granada en nuestra escuela, dentro de nuestro profesorado. Pero como en muchas ocasiones hemos dicho, valoramos poder tener docentes que además son músicos en activo, y Óscar lo es. Además de estar involucrado en proyectos como Molina Molina, y de ser reclamado como músico de estudio con frecuencia, tiene su propio proyecto, con el que ahora cierra una trilogía, titulada ‘El secreto de la mermelada’. No se le escapa ningún género, y siempre se puede contar con él. Le hacemos unas cuantas preguntas al hilo de su actuación el próximo 21 de mayo, en la Sala Prince del Campo del Príncipe, a las 22.00 horas, en el que presentará por todo lo alto la tercera entrega de su trabajo en solitario.
Con ‘El Secreto de la Mermelada Vol. III’ cierras una trilogía importante en tu carrera. ¿Cómo nació esta idea?
Cuando me planteé emprender mi carrera en solitario quise mostrar al público que no solamente soy guitarrista, sino que también imagino pasajes y obras para otros instrumentos, pese a no ser multiinstrumentista. También quería que mi carta de presentación fuera algo distinto y original que no se pudiera enmarcar en un único estilo.
¿Significa este cierre de etapa que tu próximo proyecto será diferente?
Probablemente sí, aunque en el siguiente disco me gustaría seguir contando con la misma banda. En realidad me gustaría grabar un disco para banda de rock y orquesta.
«Una de las primeras lecciones que se aprenden al sumergirse en el estudio de la técnica es la humildad»
¿Cómo describirías este tercer volumen respecto a los dos anteriores?
De los tres volumenes, éste sin duda es el más gamberro y divertido. El primero fue un albúm de música clásica contemporánea, y en el segundo me sumergí a partes iguales en la guitarra acústica, la española y la musicalización de poemas. Para esta ocasión he dado rienda suelta a mi faceta más adolescente como letrista, con el toque de rebeldía e ingenuidad correspondientes. En cuanto a los temas instrumentales los he cuidado al detalle y se pueden encontrar en ellos pasajes provenientes del primer disco, dando así continuidad conceptual a la trilogía.
Ya hemos descubierto el primer single, ‘Televisión’, en el que el mensaje crítico vuelve a estar patente. ¿Crees que la música sigue siendo una de las herramientas que puede cambiar el mundo?
Bueno, la música más que cambiar el mundo puede inspirar al ser humano a mejorar. Lo único que puede cambiar el mundo es la toma de conciencia individual para así poder cambiar la colectiva. Los músicos al fin y al cabo solo ponemos banda sonora a los momentos.
Zappa decía que «la música es físicamente la más inspiradora de todas las artes». Desde fuera, parece que este artista y sus principios fueran una de tus referencias, pero ¿qué otras influencias tienes?
Mis referencias son muy distintas, y van desde Johnny Cash, Daniel Johnston, a Joe Satriani, Steve Vai, pasando por Marty Friedman, Dream Theater, Jon Gomm, Andy McKee, Prince, Lagartija Nick y Enrique Morente… Entre muchos otros.
¿Cuándo te diste cuenta de que la guitarra iba a marcar tu vida para siempre?
La primera vez que ví una guitarra eléctrica me quede completamente enamorado. Aquel era sin duda el objeto más hermoso y a la vez macarra que había visto nunca. Yo tendría unos 13 años, y en ese momento supe que tenía que hacerme con una. Supongo que no fui consciente de todo lo que había que sacrificar por el instrumento hasta los 16, cuando empecé a recibir clases.
¿Qué te aporta enseñar a tocar a tus alumnos?
Aporta muchísimo, tanto si son alumnos noveles como avanzados. Explicar los conceptos te hace comprenderlos con más profundidad cada vez. Además, algo que adoro es descubrir nuevos artistas que ellos conocen y controlan, esto me ha ayudado mucho a la hora de descubrir en qué nuevas direcciones se mueven la música y los guitarristas.
Eres conocido por tu técnica y por tu virtuosismo. ¿Qué consejo le das a los alumnos que quieren llegar a depurar la suya y llegar más lejos?
Lo primero es tener paciencia y comprender que los avances llegan a base de esfuerzo. Una de las primeras lecciones que se aprenden al sumergirse en el estudio de la técnica es la humildad. Habrá pasajes y ejercicios que pondrán a prueba tu autoestima y hasta tu salud mental [risas]. Pero lo más importante sobre la técnica es comprender que es un medio para la expresión artística y no un fin en sí misma.
¿Cuál es la primera regla que debe saber un aspirante que quiera aprender a improvisar?
Lo primero que hay que saber es en qué tonalidad esta la canción o el pasaje sobre el queremos improvisar, para ver qué escalas se pueden utilizar.
El 21 de mayo presentas el disco en la sala Prince, con La Banda Increíble. ¿Resulta complejo funcionar con una banda tan numerosa? ¿Cómo se fue formando esta agrupación?
Sí, a veces es muy complicado ensayar con todos juntos. Parece que los planetas tienen que alinearse con el local de ensayo para que todos confluyamos [risas]. Pero cuando estamos todos tocando lo que debemos y las melodías y los ritmos se suman, recuerdo por qué son tan increíbles y merece la pena montar tanto lío. La formación empezó a funcionar para las jam sessions de la Sala El Tren, en las que homenajeamos a Zappa y Black Sabbath. Una de las cosas que me gusta hacer con La Banda Increíble es que haya gente joven y con mucho talento; antes esto lo representaban Dany Levy y Tommy Hill, al bajo y la guitarra respectivamente, y para el día 21 las abanderadas de la juventud serán la nueva bajista Indi y una nueva vocalista llamada Julia Bellamy, que tiene 18 años y canta que te mueres. ¡¡Ah!! E invitaré también a un alumno joven y virtuoso de Gabba Hey, el guitarrista Carlos Bernabeu.