¡Teníamos una entrevista pendiente! En el equipo de profesores de la escuela de música Gabba Hey, este curso se incorporó Inma Lorenzo en las clases de piano, que ha sido todo un descubrimiento. Podéis consultar el currículum de esta profesora para entender la suerte que tenemos de contar con ella, y leer sus respuestas sobre aprendizaje, improvisación, géneros y estilos, melodías tatuadas en nuestra memoria… Sus revisiones de canciones infantiles son espectaculares, como podéis escuchar en su bandcamp. Y se ha formado durante años y años para convertirse en una de las mejores pedagogas musicales que tenemos en la provincia. ¡Tenemos tanto que aprender de ella los pequeños y los grandes!
Desde que te empezaste a formar musicalmente parece que tuviste claro que una de tus metas era dedicarte a la enseñanza-aprendizaje. ¿Qué te atrajo del oficio de dar clases de música?
Enseñar música me da la oportunidad de transmitirle mi pasión por esta disciplina a nuevas generaciones. Creo que me ha influido el haber tenido suficientes buenos maestros/as en momentos clave (y ahí también entra en juego el factor suerte). Una adecuada formación musical en el entorno familiar -mi padre era músico profesional- y en la enseñanza Primaria, acompañada de buenas experiencias musicales, puede ser decisiva para que un niño/a estime el papel del maestro/a de música: que sienta que le ha aportado algo valioso y útil para su vida musical (o su vida en general) y que en un futuro, cuente con esta opción profesional.
¿Crees que otra forma de aprender a tocar es posible?
Eso creo. Para empezar, he tenido buenos resultados eligiendo música popular para el repertorio de piano. Se le puede dar una vuelta de hoja al papel del “pianista solitario” y dependiente de la partitura. Por ejemplo, interpretar pop, rock, blues u otros estilos te da la opción de tocar con una banda o con amigos y no tocar solos, lo que aporta puntos a favor para motivarse con música que te gusta y una finalidad mayor que incluye socializarse, trabajar en equipo y más diversión.
«Es interesante cómo la improvisación muestra a cada persona tal cual es al tener que interpretar música con naturalidad»
Estudiar piano no debe ser sinónimo de aburrimiento o sufrimiento, y por eso mi objetivo con mis alumnos/as es también que tengan una experiencia agradable en las clases individuales. A menudo cantamos, utilizamos la percusión corporal, utilizamos pistas de audio complementarias, reservamos unos minutos para improvisar pequeños fragmentos e intercalamos diferentes modos de lectura: con cifrado americano, con partitura convencional y sin partitura: trabajar de memoria y por imitación permite ser más expresivo y poder mirarse las manos para ir forjando una postura correcta y natural.
En tu formación también ha tenido cabida la clásica, pero en la práctica has tocado todos los palos habidos y por haber. ¿Prefieres no encasillarte?
No me encasillo hoy por hoy, desde pequeña me ha gustado tanto la música clásica como la popular. Valoro mucho la formación clásica pero como siempre he pensado que la inmensidad de la música se refleja en tantos estilos, a partir de los 15 años también decidí empezar a invertir tiempo para profundizar en otros palos. He podido compartir más experiencias con el blues, el rock, el funky, chill out, fusión con electrónica, música de bandas sonoras… También he tanteado un poco el piano flamenco y estoy adentrándome ahora en el mundo del jazz, aunque les tengo mucho respeto a estos dos estilos; para mí son de los más grandes folklores que existen, y a su vez, de los más complejos.
¿Qué es lo que te interesa de la improvisación?
Por un lado, la sensación de libertad que me produce. Te da la opción de tocar con gente y hacer música “aquí y ahora” sin tener que haberte estudiado religiosamente una obra de principio a fin, permitiéndome cometer “errores” y disfrutando del momento presente y de lo efímero de la música. Es interesante cómo la improvisación muestra a cada persona tal cual es al tener que interpretar música con naturalidad, refiriéndome a que es un momento que no está totalmente preparado. Por otro lado, creo que puede ser un elemento clave (como lo es la imaginación) para la creación/composición de material nuevo.
«Soy la persona más feliz del mundo y me lo paso en grande cuando compongo, hago versiones o improviso temas infantiles con el piano y con la voz»
¿Cómo se puede educar la intuición a la hora de improvisar?
Yo diría que “educar la intuición” es ayudar al alumno/a a sacar la intuición que ya tiene dentro por naturaleza, despertándola o estimulándola si ha estado un poco dormida, reforzándola si se trata de una persona tímida, insegura o con miedo a cometer errores… Por ejemplo, se puede animar al alumno/a a probar armonías, melodías y ritmos dejándose llevar, sin pensar si el resultado será bonito o feo, correcto o incorrecto… Me gusta asegurarle a la persona que no va a ser juzgada y que en todo caso, cada consejo o comentario servirá para un trabajo constructivo.
Además, aunque un alumno/a empiece desde cero, la utilización de patrones o guías establecidas para llevar a cabo una improvisación le da también un poco de seguridad al sentir que tiene algo en lo que basarse.
Cultivas también un género que en los últimos decenios ha estado bastante olvidado, a pesar de que tuvo una época de esplendor importante en los 70 y 80, la canción infantil. ¿Tienes referentes? ¿Dónde te gustaría llegar en este campo?
Lo bueno de la canción infantil es que es un género que siempre estará vigente mientras existan niños; o eso espero, porque lo veo como un mundo lleno de posibilidades (Internet está repleto de “cantajuegos”; triunfan). Aplicado al aula, la canción es una herramienta muy eficiente para enseñar elementos concretos del lenguaje musical, ya sea componiendo una específicamente para la ocasión, haciendo versiones o arreglos o utilizando una que ya exista.
Me han marcado mucho nuestras canciones populares de tradición oral, sintonías de televisión, jingles publicitarios y BSO de películas, series y dibujos animados de cuando era pequeña, y han influido mucho en mi vida: Doraemon, Alfred J. Kwak, Heidi, Inspector Gadget, Mofli, Sailor Moon, La Abeja Maya, El barquito chiquitito, Estaba el Señor Don Gato, Chicho Terremoto, Marco, Oliver y Benji, Los Fruitis, Pippi Långstrump, Los Simpson; el tema principal de Cosas de Casa, El Príncipe de Bel-Air, Los Cazafantasmas, Toy Story, cantidad de canciones Disney…
Soy la persona más feliz del mundo y me lo paso en grande cuando compongo, hago versiones o improviso temas infantiles con el piano y con la voz, y sería un sueño poder vivir de ello también.
Cítanos tus tres pianistas favoritos y el por qué de la elección.
Hiromi Uehara. La escuché por primera vez por un video de youtube (Hiromi Uehara – The Tom and Jerry Show) y, a parte de que es una virtuosa a nivel extraterrestre, me encanta su estilo y sus composiciones.
Chucho Valdés. Se presenta solo cuando vas a un concierto suyo (tuve la oportunidad de saludarlo en el auditorio Manuel de Falla en 2016, y su mano creo que era tan grande como mi cabeza). Es un maestro del jazz afrocubano y más grande todavía como humano.
Diego Amador. Me enamoré de su disco ‘Piano Jondo’.